domingo, 4 de mayo de 2014

Bayamo: tierra de coches, leyendas, romances y tradiciones.

                             
 
 
 


Por: Ana María Domínguez Cruz

¡Montar en un coche! Eso era lo primero que quería hacer cuando llegara a Bayamo y lo hice, para ser partícipe de la tradición que instauró el cantante Tiburón Morales, del conjunto Son 14, dirigido por Adalberto Álvarez, con el son que repetía: Yo quiero ir a Bayamo montando en coche.


Es que llegar a la segunda villa fundada por Diego Velázquez en 1513, San Salvador de Bayamo, es llegar a una tierra rica en historia, tradiciones, cultura y en la que sus habitantes, orgullosos de su estirpe, reconocen a cada paso que fue en ella donde se inició la Cuba que tenemos hoy.


Tienen razón… Y montada en un coche hojeo las páginas de la historia de la mano del profesor Domingo Cuza, una autoridad en la zona, a quien le place compartir la magia de su ciudad natal.
 
 


“Sin los coches, Bayamo no es Bayamo —me dice—. Es un medio de transporte muy antiguo pero que garantiza la vida de esta ciudad, el único lugar del mundo donde se reproducen los coches de los modelos Duquesa y Milord en la fábrica La Calesa con las medidas exactas de los primeros, incluso, en miniatura, respetando las 143 piezas que llevan”.


Antes transitaban volantas y quitrines, pero perduran hasta nuestros días otros modelos que son parte ya de la identidad bayamesa. “Fíjate que existe una Asociación de Cocheros, la única de su tipo en el país, y se estableció el 8 de enero como el Día del Cochero”, agrega Cuza.


Sonrío y, con su elegante oratoria, repaso los momentos en los que Carlos Manuel de Céspedes inició nuestras luchas por la independencia, y casi escucho las notas de nuestro Himno Nacional, entonadas por primera vez en esta tierra, luego de ser compuestas por Perucho Figueredo.


“¿Sabías que en Bayamo se encontraba el primer cementerio cubano a campo abierto?”, me pregunta. “En el actual parque Retablo de los Héroes estaba el camposanto, cuyo templo desapareció con la quema de la ciudad en 1869”, y cuando yo pensaba que era increíble que aquel dato histórico hubiera escapado del plan de estudios de mis profesores de Historia, Cuza sumó otro, igual de extraordinario: Bayamo es la cuna del ajedrez en Cuba, pues ya en la primera mitad del siglo XVI se jugaba esta “guerra” de tablero en la zona.


El andar cadencioso de Chucho, el caballo que remolca nuestro coche, permite que al pasar por la casa de Tomás Estrada Palma, actual Biblioteca Pública de la ciudad, rememoremos en breve quién fuera este hombre, minutos antes de enternecernos al ver la ventana desde donde Luz Vázquez y Moreno escuchó La Bayamesa. Su novio, Pancho Castillo, se la dedicó, en busca de su perdón ante un desliz amoroso, y gracias a la letra del poeta José Fornaris y la interpretación del tenor Carlos Pérez, la “gentil bayamesa…, sol refulgente” accedió.


Otra leyenda persiste en la urbe. “¡Mira aquella pared! —me insta Cuza—. En esa tumba yacen los restos de Doña Isabel de Acelar y se dice que su fantasma está allí enclaustrado. Si nos ponemos con los brazos en cruz pegados a su losa, a las 12:00 de la noche, en luna llena, sentiremos el latir de su corazón, siempre y cuando también seamos ejemplo de fidelidad”.


¿Existen otros fantasmas en Bayamo?, inquiero. “Pues sí, los custodios de la antigua casa despacho de Carlos Manuel de Céspedes afirman que en las noches se escucha arrastrar las cadenas y un ruido de vajillas que se destrozan. Muchos juran haber visto el fantasma de Céspedes, o de alguien parecido, correr por los tejados. Y está también Anita, el fantasma del río, el cual se les aparece a los hombres vestida de novia y los ahoga para luego poseerlos”.


“Claro, que también está el del indio Hatuey, una aparición en forma de bola de fuego y luz que los bayameses reconocen como ‘la Luz de Yara’, y que en la actualidad no deja de tener credulidad en la zona”, acota Cuza.


“Llegamos a la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, anexa a la Santa Iglesia Catedral del Santísimo Salvador”, anuncia mi guía. En la catedral se interpretó por primera vez la marcha que diera origen posteriormente a nuestro himno, y en 1869 se produjo la bendición de la bandera cubana que llevaron los mambises en la Guerra de los Diez Años. “Se inmortalizó el suceso por el dominicano Julio Desangles, en un óleo de 8,5 metros de ancho por 4,5 de largo que, al mismo tiempo, es la única pintura de tema patriótico que puede verse en un templo católico cubano”.


El conjunto de las dos edificaciones constituye una joya de la arquitectura cubana. Se suma, a la riqueza ancestral, el tesoro de la contemporaneidad, apreciado en su boulevard que, a lo largo de la calle General García, nos regala pinturas de importantes artistas de la plástica en el piso y en sus bancos y postes, y en el que coexisten además lugares de obligada visita como el Museo de Cera, nombrado así en el 2007 luego de que fuera la galería Cerarte.


Bola de Nieve, Compay Segundo, Rita Montaner, Polo Montañés, Fabio Di Celmo, Benny Moré, Rita, la Caimana, entre otros —a los que se sumó el pasado 20 de octubre El Guayabero—, parecen estar vivos gracias a la técnica de modelado en cera policromada que eterniza la familia Barrios Madrigal, oriunda del poblado de Guisa.


En ese famoso boulevard, caracterizado por la limpieza y la armonía, podemos disfrutar de una cremería para adultos y otra para niños, una peluquería infantil y mercados agropecuarios inigualables. Al transitarlo nos percatamos de que en Bayamo hay cabida para todo lo bien pensado, lo creado para el bienestar común, porque su gente así lo quiere.


Fiestas populares de antaño coexisten con el andar apurado de los bayameses, explica Cuza, y la poesía no abandona sus calles, desde la casa del poeta Juan Clemente Zenea hasta la de María Luisa Milanés, quien se suicidó, y su tumba es hoy un símbolo para los enamorados.


Se disfruta todo esto, afirma, y yo asiento. “Pero no puedes olvidar que todo comenzó con el bayam, un árbol que bajo su sombra, según reza la oralidad más antigua, las fieras se apaciguaban”.


Visto así, es Bayamo también una ciudad de calma, donde el que llega se siente parte de ella en poco tiempo, sin abandonar la idea de conocer La Demajagua, Manzanillo, Playa Las Coloradas y otros lugares de interés.


“Esta villa cumplio este 5 de noviembre de 2013 sus  500 años de fundada —recuerda Cuza— y es un sitio al que debe venir todo cubano”.


“¿Y los turistas foráneos?”, le pregunto a Ramón Cereijo, delegado del Ministerio de Turismo en la provincia Granma, quien nos recibe al término del recorrido en el Parque de los Coches. “Los extranjeros no dudarán en prolongar su estancia en esta tierra. Tenemos muchos atractivos naturales y patrimoniales, hoteles de lujo en distintos puntos de la provincia, en los que continuaremos mejorando en el confort de sus instalaciones; y por estos días no podrán estar ajenos al III Evento de Cocina Regional Bayamesa, a la premiación del coche tradicional con más valor patrimonial y al récord que instauraremos por el mayor casabe del mundo, entre otras actividades que se tejen en esta ciudad”.


Me voy de Bayamo consciente de que la visita se repetirá en otro momento.


 

1 comentario:

chuchi dijo...

En una ocasion el historiador de Bayamo, Enrique La'caye, ya fallesido, me dijo. " Jesus, si usted quita a Bayamo de la historia de cuba, entonces la historia de cuba se comienza a contar a partir de 1895 y aun asi tiene que mensionar a bayamo y sus bayameses".