lunes, 5 de abril de 2010

Recordando el café de tres centavos


El café de 3 centavos.
Degustando una taza de buen café.


Sentados hoy en la mesa de comedor de la casa de mi mamá, luego de haber degustado el almuerzo, mi hermano pregunto si había café, mi hermana dijo que no había y la señora que cuida a mi mamá se levanto corriendo con la lata de café en la mano dispuesta a hacer el café del medio día, mi hermana asedio a hacer el café y de allí surge mi idea de escribir algo sobre el café, dando un golpe en la mesa dije, ya lo tengo, y dije EL CAFE DE 3 CENTAVOS, ese es el escrito que hare esta noche.


Recuerdan ustedes cuantas cafeterías había en Bayamo? en 1956 en Bayamo había aproximadamente 40 cafeterías que expendían el café a 3 centavos la tasa, era una tasa gruesa y pesada, blancas algunas y de color cremas las de las marca Oquendo y Calás en los platillos de las cafeterías Oquendo estaba estampado el nombre en letra cursiva de Oquendo, las cafeterías Oquendo eran las más populares y estaban difundidas por toda la ciudad, Calás era la otra línea de cafetería que tenia varias sucursales, las demás eran casi todas independientes o pertenecían a algún hotel o restaurante especifico.

En esa época, 1956, yo trabajaba como mensajero o aprendiz en la Imprenta Minerva, que estaba en la calle Saco # 34 y de la cual mi papa era copropietario, y por tal motivo era el encargado de ir a buscar el café de las 10 de la mañana y de las 3 de la tarde para aproximadamente 8 empleados me daban un vaso de cristal de 16 onzas y 5 centavos o un medio búfalo, y me mandaban a buscar el café a la cafetería Oquendo que estaba frete al Bazar en la calle General García, y yo llegaba y solicitaba un medio de café, de inmediato el vaso era esterilizado y calentado al máximo con vapor, luego le ponían las 3/4 partes llenas de café, negro como la noche, caliente como el infierno y envuelto en dos servilletas de papel regresaba mis 3 cuadras de nuevo hacia la imprenta donde todos tomaban el café en unos cucuruchos de papel que cada uno hacia y aquel elixir negro de los Dioses Blancos, daba de nuevo ánimos y estímulos a los empleados para continuar la jornada de trabajo.

Pero no es de la taza de café que me tome en la casa de mi mamá esta tarde de lo que quería hablarles, ni del café que se tomaba en la imprenta por 5 centavos y que cada vez que llegaba una visita a la imprenta había que ir a buscar café para obsequiarle, en cuba siempre era una tradición brindar café , y que mejor que un buen café acabado de colar, pues esto es precisamente lo que quiero explicar, en cada una de estas cafeterías había un mostrador de concreto forrado en azulejos y sobre este mostrador estaba una maquina de acero níquel, llena de tubos, llaves, tubos de cristal, mangueras, depósitos donde iba a dar el café ya colado, tubos de esterilizado y vapor para calentar las tazas, pues para que el café no se enfriara la taza debía de estar caliente, antes de servir al café se ponían una hilera de vasitos de agua, pues para tomar el café la boca debía de estar libre de otros sabores y las personas que tomaban café se tomaban o se enjugaban la boca con un trago de agua, por supuesto el agua era fría proveniente de un sistema de filtrado y enfriado, debajo de la máquina de café un compresor se encargaba de darle presión a la máquina de colar el café pues este café se colaba a presión y un quemador de gas proveía la llama que a hacia hervir el agua para que el café saliera en su punto luego se le agregaba azúcar y se removía con vapor de nuevo en este momento comenzaba a sonar una campana con sonido estridente fuera de la cafetería para anunciarnos que se acababa de colar el café en la última colada, café acabadito de hacer esa campaña sonaba alrededor de 3 minutos fuera de la cafería y era suficiente para que muchas personas se aglomeraran a tomarse su tacita de café acabado de colar, depositaban sus 3 centavos y se retiraban de nuevo a sus trabajos.

Se imaginan ustedes depositar esos tres centavos para degustar una tacita de café aromático, delicioso, a mi al menos todavía me viene a la mente ese recuerdo, también recuerdo la cafetería del Pobre Lozada donde había un cartel que decía:


Caliente
Amargo
Fuerte
Escaso

Y si leemos la primera letra nos dice la palabra CAFE, también recuerdo la cafetería de Carlos Vale donde siempre había un escrito para leer y así sucesivamente cada uno tenía un detalle para sus clientes, había cafeterías de 2 centavos también y no es que pretendieran hacerles la competencia a las demás pues donde único había caferías cerca era alrededor del parque.

Lo último que recuerdo de las cafeterías es que ya no tenían tazas pues todas se habían roto y no había reposición entonces surgió la idea de hacer unas tacitas de barro pequeñas de color rojo, pero ya tampoco había café para colar y vender, ya el café no costaba 3 centavos, se vendía por 5 centavos cuando lo había y de momento surge la idea de vender Te de Jengibre conocido popularmente como (parapito) y con ese era el nombre que se despachaba, pero las cafeterías comenzaban a deteriorarse, no había repuestos, las calderas reventaban por la falta de mantenimiento y el gas que los calentaba tampoco aparecía, cuando llega el día 13 de marzo de 1968 todas las cafeterías son intervenidas y pasan a manos del Gobierno, que por falta de repuestos por falta de café, y por no tener interés en brindarle un servicio al pueblo son cerradas al público y desaparecen como algo típico de nuestra ciudad Monumento.

Hace poco vi en YOUTUBE un video de una señora vestida de blanco, detrás de la Iglesia Mayor colando café en un colador y endulzándolo con miel y vendiéndolo a turistas alemanes por un dólar la jigüerita o sea una tacita hecha en una jigüera que es un recipiente hecho de la fruta de la güira, es bueno que nuestras tradiciones de hace 200 años se repitan para los turistas, pero sería lindo si un bayamés del pueblo puede tomarse una taza de café a las 3 de la tarde en una cafetería frente al parque, no digamos que en aquellas máquinas antiguas del año de 1956 y que de seguro ya no existen y que es posible muchos ya ni conozcan, pero si reabrir ese típico café que tomábamos los bayameses.

Todavía tengo el aroma del café hecho en la cafetería de NENE cuando trabajábamos en la Imprenta Román, y también con 5 centavos comprábamos café para varias personas que allí trabajábamos, son recuerdos que nos llegan del aroma de una TAZA DE CAFE


romanpastor@hotmail.com

North Bergen, New Jersey 07047
hipolito-2010-04-04-23-24-00

Pastor Hipólito Román Borges



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3 comentarios:

Margarita Garcia Alonso dijo...

que cronica tan hermosa, si supieras la enorme cantidad de sensaciones y asociaciones. No conoci esa epoca, en la mia se tomaba algo tan aguado y con gusto a chicharo, de seguro vitaminado a infierno porque despues tenia hasta delirios. Conoci un trapichito casero de un vecino que hacia guarapo y me impresionaba el aparato y sabes, esta cronica me llevo a Madrid, sabes que no me da ninguna verguenza decirlo, el unico lugar del mundo donde me siento feliz, quizas memoria genetica, entre a un cafe, miles de cafes, olores, afines cercanos a la palabra comer, casa, feliz...ahora leyendo senti el gusto de un cortadito- porque tuve que aprender como se nombran, y la lista es larga- y lo tome por todos los dias en que mis padres tan viejitos deben haber perdido el sabor de un verdadero cafe;
un abrazo y gracias por compartir bayames.

chuchi dijo...

Yo me tengo que tomar mi tasita de café cubano todos los días, ya es un vicio, creo empese a tomar café al mismo tiempo que aprendí a caminar. En realidad me hace muy feliz ese arruyador olor que tiene cuando se esta colando.

Margarita Garcia Alonso dijo...

te voy a linkear por Di marga code, buen provecho, gracias por el café virtual!!!

saludos