Por :Jorge Carlos Tamayo Milanés jorgetm@enet.cu
Bayamo. Cuba
Fotografía: Archivo Redacción Digital
Como cada tercer domingo de junio, cuando en nuestros hogares felicitamos a los hombres que han creado una descendencia, es también una fecha propicia para recordar a Carlos Manuel de Céspedes, conocido por todos los cubanos como el Padre de la Patria.
El patricio bayamés fue protagonista de uno de los episodios más bellos y conmovedores de nuestra historia, un verdadero ejemplo de amor y entrega a una causa revolucionaria.
Es inolvidable el enorme sacrificio de Céspedes, a quien los españoles intentaron extorsionar de la manera más burda, y lo conminaron a abandonar la lucha a cambio de la vida de su hijo.
Amado Oscar Céspedes y Céspedes, hijo del Padre de la Patria, había partido el 23 de diciembre de 1869 desde Nueva York, en una expedición que desembarcó por el norte de las Tunas.
El joven se dirigía hacia Guáimaro para reunirse con su padre e incorporarse a la lucha revolucionaria, cuando el 12 de mayo de 1870, en el potrero “La Caridad”, es hecho prisionero por tropas españolas.
El Capitán General de la Isla, Antonio Caballero de Rodas, exigió a Amado Oscar que para salvar la vida escribiera una carta a su padre, pidiéndole que depusiera las armas.
El joven bayamés con dignidad le respondió: “Yo jamás traicionaré a mi Patria, y mucho menos a mi padre.” Esta intransigencia selló la suerte del hijo del máximo líder insurrecto cubano.
Amado Oscar Céspedes y Céspedes fue ejecutado el 29 de mayo de 1870, en la Villa de Puerto Príncipe, actual ciudad de Camagüey.
Luego de fusilado el joven, y en una acción muy repugnante, el capitán general Caballero de Rodas, dirigió una carta a Carlos Manuel de Céspedes el primero de junio de ese año, comunicándole de la prisión de Amado Oscar, y ofreciéndole la vida a cambio de un arreglo personal, cuyas bases se discutirían posteriormente:
Puerto Príncipe, primero de junio de 1870.
Licenciado Don Carlos Manuel de Céspedes.
Mi muy señor mío:
Es en mi poder el prisionero por fuerzas de mi mando su hijo Oscar de Céspedes; en sus manos de Usted queda su salvación. Dígame por el puerto que quisiera embarcarse para darles absoluta garantía.
Por el portador puede hacerme la contesta. Dios guarde a Usted muchos años.
Capitán General Don Antonio Fernández,
Caballero de Rodas.
Ante el chantaje español, Carlos Manuel de Céspedes renunció a negociar sobre la base de su capitulación, hecho que demostró su firmeza revolucionaria.
Inmediatamente después de recibir la carta, el insigne patriota redactó su tajante respuesta en los términos siguientes:
Campamento de Cuyaguajal, 2 de junio de 1870.
Excelentísimo señor Capitán General.
Caballero de Rodas.
Excelentísimo señor:
Es en mi poder la carta de vuestra Excelencia, donde me informa de la fatal desgracia en que mi hijo Oscar ha sido hecho prisionero por fuerzas de su mando y, a su vez, la conminación de que hace vuestra Excelencia para salvar a mi hijo, de que abandone el país ofreciéndome lugar de salida.
Duro se me hace pensar que un militar digno y pundonoroso como vuestra Excelencia, pueda permitir semejante venganza si no acato su voluntad; pero si así lo hiciere, Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por nuestras libertades patrias. Dios guarde a Usted muchos años.
Carlos Manuel de Céspedes.
Con esta heroica acción, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo resume en su persona, por su actuar y sacrificio ante el altar de la Patria, el orgullo de ser cubano, y nos dio muchas razones para recordarlo siempre como el Padre de todos los cubanos.
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